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Foto del escritorSofia Cherigny

Sufrimiento

Actualizado: 9 feb 2023

Si hay algo de lo que habla el budismo es del sufrimiento. Podríamos pasar años hablando sólo del origen del sufrimiento, de sus tipos, de sus causas y condiciones y de los antídotos para erradicarlo.


Como dije en el artículo acerca de la felicidad, las enseñanzas acerca del sufrimiento son la base del Dharma. Tanto es así, que la primera de las Cuatro Nobles Verdades, que es la enseñanza más conocida en occidente, viene a afirmar la existencia inherente del sufrimiento en la vida. Puede parecer algo muy deprimente o pesimista, pero es simplemente una constatación de la realidad, y sólo afrontándola podremos hacer algo al respecto. Si se estudia tanto el sufrimiento es porque es posible reducirlo o eliminarlo, si no no valdría la pena estar recreándonos en un dolor inevitable, y eso ya en sí es una buena noticia.


Entonces, el budismo básicamente nos proporciona enseñanzas para CONOCER el sufrimiento, nos proporciona herramientas para ERRADICAR el sufrimiento y poder alcanzar la felicidad.


Hay miles de enseñanzas acerca de esto, cientos de categorizaciones del sufrimiento y caminos y técnicas diferentes para abordarlo. No voy a entrar ahí, simplemente quiero destacar cuatro conceptos básicos para poder sentar las bases de la psicología budista y poder comprender un poco mejor todo lo que vendrá después.


La palabra “sufrimiento” en nuestro idioma no abarca del todo el significado de la palabra en su idioma original. El término original es “dukkha” y se refiere a cualquier tipo de molestia, inquietud, dolor, sufrimiento o insatisfacción que tengamos en la vida. Así, dukkha es la incomodidad que sentimos al estar mucho rato sentados en una silla, es la insatisfacción vital que nos hace siempre sentirnos incompletos con lo que tenemos , es el dolor de la enfermedad y la vejez y el dolor de perder a un ser querido.


Este sufrimiento, al igual que pasa con la felicidad, es también un estado mental. ¿Qué quiere decir esto? Que no va sujeto a condiciones externas. Mejor dicho, no tiene por qué estar sujeto a condiciones externas, porque está claro que para el común de los mortales una situación vital muy difícil conlleva casi inevitablemente sufrimiento. Pero incluso en una misma situación difícil podemos observar cómo cada persona la vive de manera totalmente diferente. Porque al final el sufrimiento viene de cómo interpretamos esas situaciones, y cada persona forma su propia interpretación en base a cientos de factores previos.

Estas interpretaciones pueden cambiar, podemos hacerlas cambiar cambiando nuestra percepción de nosotros mismos, de los otros, de la realidad, de la vida y de la muerte.


Podemos decir entonces que el sufrimiento es flexible, puede moldearse, reducirse, reinventarse.


No está inherentemente unido a las situaciones, y creo que comprender este concepto puede crear una sensación de mayor amplitud y libertad. No tenemos por qué estar a merced de todas las situaciones cambiantes, podemos hacer algo al respecto.


No estoy diciendo que vayamos a poder eliminar el sufrimiento de nuestra vida. Buda así lo dijo, y no es que le esté contradiciendo, pero me parece utópico y hasta peligroso decir esto aquí, cuando para mí y para todo el que lea esto seguramente no vaya a ser así. Pero algo sí que se puede hacer, y es ese algo en el que podemos trabajar.


Como último concepto para cerrar un poco esta pequeña introducción al sufrimiento, vamos a ver cuál es el origen de éste.

De manera muy burda y resumida, podríamos decir que todo sufrimiento tiene su origen en el apego al “yo”.

La palabra “apego” en budismo nada tiene que ver con la usada en occidente. En el caso del budismo, cuando decimos apego queremos decir aferramiento, agarrar con ansias y no querer soltar.


¿Qué significa entonces el apego al “yo”? El “yo” es todo el concepto que nos hemos formado de nosotros mismos, como un ente sólido y separado de los demás. Este concepto no es más que eso, un concepto, pero no corresponde con la realidad. No quiero entrar mucho en esto, porque lo trataremos en otro artículo en profundidad, pero lo que nos tiene que quedar claro es que esta fabricación de un “yo” o un “ego”, es el origen de todo sufrimiento. ¿Por qué? Pues por nuestro apego a él. Buscamos constantemente atraer hacia ese “yo” todas las cosas buenas, y rechazamos y evitamos todo lo que pueda ser malo para él.


Esto nos lleva a un contínuo juego de tira y afloja con los otros, porque ellos están también obviamente protegiendo su propio ego. Nos mantiene con constante ansiedad, porque tenemos que proteger y enaltecer lo nuestro a toda costa, y tenemos que estar evitando constantes amenazas. Todas las emociones conflictivas surgen de este apego. Si nos insultan o nos menosprecian, están poniendo en peligro nuestro “yo”, también sufrimos si el “yo” de los otros en ese momento está demasiado valorado. Vivimos con miedo porque tenemos miedo de que otros y otras situaciones rompan, quiebren, infravaloren o maltraten ese concepto que nos hemos inventado de nosotros mismos.


Y es esta burbuja de ego la que no nos permite crear una verdadera conexión con todas las demás personas.


Si estamos centrados en nosotros, no podemos sentir esa intimidad con los demás, no percibimos la interdependencia y la interconexión con todos los otros, y eso nos hace sentir permanentemente insatisfechos y solos.


Habiendo dejado un poco claros, espero, estos conceptos básicos, en otros momentos podremos ver cómo cambiar esta percepción del yo, cómo sentirnos menos centrados en nosotros y más en conexión con otros. Podremos ver cómo podemos modificar el sufrimiento, hacer nuestra mochila más ligera y ser un poco más felices.


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